Sus flores son poco atractivas, pero sus cálices son marcados, gruesos y compactos. Es al usar el olfato y el paladar cuando apreciamos las mejores cualidades de esta cepa de los años 90. Durante las dos primeras semanas de floración, Old School, aún siendo mayormente indica, estirará sus tallos y aumentará su distancia internodal a modo de sativa. Hay que intentar mantener la luz a una distancia adecuada durante este proceso, así como no excederse con la alimentación. Su sabor es dulce, potente y con una intensidad inigualable, que te transportará a un inolvidable estallido de matices de altos vuelos para paladares experimentados. Su penetrante aroma a inciensos y flores con un toque terroso, y un efecto de relajación físico/mental incomparable, hacen que esta variedad resulte ideal para aquellas personas ávidas de las más intensas sensaciones en todos los parámetros de la “vieja escuela”.